Las últimas propuestas, correspondientes a la segunda fase de la exposición, están numeradas del 0 al 36, luego siguen las obras anteriores numeradas
del 1 al 80.
Aclaración: al ser tantas tarjetas debe buscarse en Entradas Antiguas para verlas todas. Se indica la nacionalidad de cada autor y entre paréntesis el lugar actual de residencia.
Lo que en un principio fue una muestra individual se convirtió en una exhibición de obras de 24 países. El artista visual ecuatoriano, Ernesto Proaño Vinueza, convocó a 116 creadores de todo el continente americano, Europa, Vietnam e Israel. La muestra no está cerrada, es apenas un comienzo en el cual se espera la contribución de más tarjetas-obras.
Proaño repartió durante todo el 2009 sus tarjetas personales con la intención de «jugar, tergiversar y reflexionar sobre lo que somos mediante estos “seres” casi autónomos llamados: tarjetas de presentación.»
Según Proaño «Las tarjetas de presentación, al igual que toda la barahúnda de invenciones humanas, pueden ser muy efectivas o inútiles, en muchos casos dicen mucho por su composición, a veces son el punto final de una conversación o un abrebocas para demostrar que el interlocutor no es cualquier “pintado”.
Son pequeños instrumentos de comunicación que informan sobre la identidad de su dueño, a qué se dedica, la forma de contactarlo e incluso los servicios que brinda. Son una suerte de imaginarios gráficos en donde el usuario indica cómo se ve a sí mismo en la sociedad, cuál es su papel, qué espectativas tiene. Pequeños alteregos impresos que se consideran «indispensables», símbolos de multitud de estados, oficios y servicios, tratan de transmitirnos progreso, bienestar, trabajo exitoso, seguridad, o incluso intimidarnos por la encumbrada posición en que se halla su poseedor.»
Faltando diez días para la inauguración de la muestra, una amiga le sugirió pida contribuciones a otros artistas, lo cual dio un vuelco de 180 grados a la propuesta.
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